¨Απταγη, μαθητοι!


DOMINGO 27 DE FEBRERO DE 2011

¨Απταγη, μαθητοι!

«Venite ad me omnes qui stomacho laboratoratis et ego restaurabo vos»

Una modestísima caupona o un pandokeion, a cargo de una stabularia que desea para sus huéspedes, buen alimento y sobre todo alegres disquisiciones.
Se inicia con un poco de miedo ¿sabremos hacerlo?¡Hay tantas maravillas sobre la tierra!
Pero Baetulo fue la responsable, ella nos sorprendió y entendimos que nuestra sorpresa podía ser transmitida a los demás.
Vale, Baetulo! A través de ti, iremos haciendo camino, como los peregrinos, de la montaña al mar, parándonos aquí o acullá para saborear durante
el trayecto nuestro buen vino y nuestro buen pan reconociendo en cada descubrimiento que "estamos en casa".

martes, 6 de diciembre de 2011

LAS MUSAS Y LAS PIÉRIDES

 Nada más apropiado que el texto introductorio a las Musas sea la invocación del propio Hesíodo a ellas: 
 
«¡Pastores del campo, triste oprobio, vientres tan sólo! Sabemos decir muchas mentiras con apariencia de verdades; y sabemos, cuando queremos, proclamar la verdad.»
Tal dijeron las hijas bienhabladas del poderoso Zeus. Y me dieron un cetro después de cortar una admirable rama de florido laurel. Infundiéronme voz divina para celebrar el futuro y el pasado y me encargaron alabar con himnos la estirpe de los felices sempiternos y cantar­les siempre a ellas mismas al principio y al final. Mas ¿para qué abstraerse en tales relatos alrededor de la enci­na o la roca? ¡Ea, tú!, comencemos por las Musas que a Zeus pa­dre con himnos alegran su arrogante corazón dentro del Olimpo, narrando al unísono el presente, el futuro y el pasado.
Infatigable brota de sus bocas la grata voz. Se torna resplandeciente la mansión del muy resonante Zeus pa­dre, al propagarse el delicado canto de las diosas y re­tumban la nevada cumbre del Olimpo y los palacios de los Inmortales.
Lanzan al viento su voz inmortal y con su canto alaban primero —desde el origen— la augusta estirpe de los dioses que engendró Gea y el vasto Urano y a los descendientes de aquéllos: los dioses dadores de bienes.
Luego, de Zeus padre de dioses y hombres [al co­mienzo y al final de su canto, las diosas celebran], cómo sobresale con mucho entre los dioses y es el de más poder.
Y al ensalzar la raza de los humanos y de los violen­tos Gigantes regocijan el corazón de Zeus –dentro del Olimpo– las Musas Olímpicas, hijas de Zeus portador de la Egida.
En Pieria las alumbró Mnemósine, señora de las co­linas de Eleuteras, unida al Padre Cronida, para que fueran olvido de males y remedio de preocupaciones.
Nueve noches se unió con ella el prudente Zeus su­biendo a su lecho sagrado, lejos de los Inmortales. Y cuando llegó el momento, después de dar la vuelta las estaciones –con el paso de los meses– y de cumplirse muchos días, nueve jóvenes de iguales pensamientos –interesadas sólo en el canto y con un corazón exento de dolores en su pecho– dio a luz Mnemósine, cerca de la más alta cima del nevado Olimpo.

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