El martes los clásicos de la Torre desembarcamos tras un largo periplo en Tarraco; si la ida fue un paseo inesperado entre vagones, la ida sería inenarrable, pero ¿ a qué no estaremos avezados ya los clásicos?
Asistimos a la representación de “Antígona” realizada por el grupo Balbo. Tal vez, bajo el influjo de Las Troyanas, la heroína nos pareció menos heroína de lo que cabía esperar. Encontramos muy interesante iniciar la obra con Los siete contra Tebas para contextualizar la acción.
Después de un baño ritual en el mediterráneo, la tabernae y los juegos de dados, entramos ruidosamente al teatro para que el Rudens, de Plauto, provocase las sanas y alegre carcajadas, que, de las alumnas de primero, y de nuestro Dani, no se hicieron esperar demasiado. Las de segundo tienen inoculado un virus que las hace severamente críticas –los dioses les sigan protegiendo ese sentido, tan poco habitual en los jóvenes.
Siempre se da la misma división, quienes estiman en mucho la tragedia griega, disfrutan un poco menos con la comedia latina y, al revés.
Y he aquí la prueba gráfica de nuestra expedición que culminó tras catorce horas de viaje, a la más fiel usanza del mundo antiguo, llegamos tan exhaustos que no tuvimos fuerzas ni ánimos para comentar la jugada. Fue realmente agotador.
Las fotos son propiedad de mis queridas alumnas-fotógrafos: Marina "SanDios" y "La Mensajera" (¡ah, si no fuese por ellas!)
Un abrazo para mis primeros viajeros.
